- Es preciso sensibilizar a los poderes públicos ante un nuevo entorno sanitario, en el que cada vez es mayor el número de pacientes frágiles (enfermedades raras, niños, pacientes que viven solos, mayores, dependientes y con discapacidad física o mental) y, en consecuencia, plantear una profunda revisión de las prioridades asistenciales. En consecuencia, es urgente promover políticas públicas sanitarias y sociosanitarias, para la prevención de situaciones de fragilidad, vulnerabilidad y de aislamiento social.
- Habría que establecer dispositivos y procedimientos para detección y seguimiento de las situaciones de fragilidad, de aislamiento y de vulnerabilidad social.
- Es prioritario coordinar los cuidados hospitalarios y los domiciliarios, así como los sanitarios y sociosanitarios a través de un planteamiento integral, comprensivo de los ámbitos público y privado y que incluya indicadores de calidad asistencial.
- Debería aprobarse, sin más demora, la Estrategia de coordinación y atención sociosanitaria, que fue sometida hace varios años al Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud y a la Conferencia Sectorial de Asuntos Sociales y Dependencia.
- Habría que insistir en acciones de respaldo a los cuidadores familiares (formación, apoyo psicológico, conciliación de la vida personal, familiar y profesional), acordadas con la participación de las asociaciones de pacientes.
- Es importante implantar un “informe tipo”, común para toda España, sobre “Salud y condiciones de vida” como herramienta de gestión sociosanitaria y establecer, para cada paciente, un código de identificación único, válido para atención sanitaria y sociosanitario.
- El contenido de los informes debería ser accesible y compartido.
- La gestión y tratamiento de datos debería estar dotada de plenas garantías de privacidad y confidencialidad.
- Los servicios y prestaciones de atención sociosanitaria se deberían determinar de modo individualizado.
- Los poderes públicos deberían instaurar medidas para favorecer la motivación de los profesionales que actúan en el ámbito sociosanitario y dotarles de los adecuados instrumentos asistenciales, organizativos y de formación.
- Se debería disponer de un sistema de apoyos públicos para la atención domiciliaria, coordinado no solo con el ámbito hospitalario, sino también con los centros de salud, residencias y centros de día. Dicha coordinación incluirá los supuestos de colaboración público – privada.
- Los responsables públicos habrían de abordar las consecuencias económicas, sociales y sanitarias del fenómeno de la soledad, al igual que están haciendo otros países (Reino Unido, China, entre otros) para así hacer frente al aislamiento social de estos pacientes.
- Se necesitan normas que permitan abordar el reconocimiento laboral y económico de la figura del cuidador familiar. E incorporar la perspectiva social en la evaluación de las Tecnologías Sanitarias.
- Potenciar la utilización de las NNTT, como apoyo asistencial, pero nunca supliendo la labor del factor humano.
- Es prioritario reforzar la Estrategia Estatal de Enfermedades Raras, en particular en las áreas de investigación, promoción de los medicamentos huérfanos y ayudas a las familias.
- Es preocupante que solo el 5% de las 7.000 enfermedades raras dispongan de un tratamiento específico y que falten registros. También el trabajo en red necesita un impulso más decidido.