Eb el día a día de la sanidad, la vocación de servicio es la norma. Cada profesional, desde médicos y enfermeras hasta celadores y personal de apoyo, dedica su jornada a ofrecer la mejor asistencia. Esta es la finalidad que nos une. Sin embargo, la realidad de nuestros centros es que esta labor esencial se realiza con demasiada frecuencia sin las condiciones, los medios ni el tiempo necesarios.
Hemos escuchado incontables veces el lema de que el «paciente es el centro» de la sanidad. Pero esta frase se vacía de contenido si no se aborda una prioridad fundamental: cuidar a nuestros cuidadores. Un profesional inmerso en mil tareas y ocupaciones, expuesto al agotamiento mental y físico, no solo ve afectada su propia salud, sino que inevitablemente deteriora la calidad del trabajo desempeñado.
El sector sanitario enfrenta una precariedad estructural que se manifiesta en dos frentes devastadores:
La temporalidad en el sector público sanitario sigue siendo un flagelo inaceptable. Los datos son contundentes: en muchos países, como España, la tasa de empleados públicos sanitarios con contratos temporales se sitúa por encima del 50%. Hablamos de miles de profesionales que encadenan contratos de días u horas, sumidos en una profunda incertidumbre.
Este modelo de contratación precaria no solo es costoso e ineficiente, sino que actúa como un poderoso motor para el burnout y el éxodo de talento. La incapacidad para ofrecer un proyecto de vida y profesional estable empuja a nuestros sanitarios mejor formados a migrar a países con sistemas que sí valoran la estabilidad y la progresión profesional.
A la inseguridad contractual se suma la sobrecarga asistencial, magnificada por unas ratios paciente/ profesional que nos sitúan a la cola de Europa.
Dato clave: mientras que la media de la Unión Europea se sitúa en torno a 8,5 enfermeras por cada
1.000 habitantes, países como España apenas alcanzan las 6,3 enfermeras. Esto se traduce en un déficit estructural de más de 100.000 profesionales para equipararnos a nuestros vecinos.
Esta escasez implica que el personal disponible se vea forzado a asumir jornadas interminables, dobles turnos y la negación de derechos básicos de conciliación. El resultado es que un profesional fatigado:
- Reduce el tiempo asistencial: la presión obliga a consultas apresuradas, restando tiempo crucial para la exploración completa y la escucha activa.
- Aumenta el riesgo de errores clínicos: la fatiga extrema es un precursor del error médico y del deterioro de la seguridad del paciente, con riesgo directo en la administración de medicamentos y el cumplimiento de protocolos.
- Impacta en las listas de espera: la restricción de agendas y la falta de manos se convierten en la causa directa de las demoras diagnósticas y tera-péuticas, que pueden afectar seriamente al pro-nóstico en enfermedades críticas.
El tratamiento imprescindible
La mejora de las condiciones laborales es una inversión estratégica en la seguridad del paciente y en la resiliencia del sistema. La estabilidad de quienes nos cuidan debe ser una prioridad política ineludible. Es imprescindible implementar un tratamiento de choque que aborde:
- Estabilidad y dignidad: estabilizar las plantillas y reducir la temporalidad a la mínima expresión, poniendo fin a la concatenación abusiva de contratos temporales.
- Seguridad asistencial: mejorar urgentemente las ratios pacientes/profesional para garantizar un nivel de atención seguro y reducir la carga de trabajo, alineándonos con los estándares europeos.
- Reconocimiento y retribución: revisar y dignificar las retribuciones de todo el personal, alineándolas con la responsabilidad y la alta cualificación exigidas.
- Protección psicosocial: reforzar la prevención de riesgos laborales con especial foco en la salud mental, el burnout, y garantizar un descanso semanal y una desconexión digital efectiva.
No podemos permitir que nuestro personal sanitario siga siendo el eslabón más débil de la cadena. Si la atención de calidad es el objetivo y el paciente es, de verdad, el centro de nuestra sanidad, lo primero que debemos hacer es asegurar que nuestros cuidadores trabajen en las mejores condiciones. Cuidar a quien cuida es el único camino para asegurar una sanidad robusta, segura y humana para todos. Finalizo agradeciendo el gran trabajo que hacen todos nuestros profesionales.
Andoni Lorenzo
Presidente del Foro Español de Pacientes